viernes, 11 de marzo de 2011

H. Recuerdos de las estatuas

   Tumbado en el sofá H pensó que hacia mucho que no salía a correr... al mismo tiempo recordó aquel día que se fue a caminar y terminó sentado en la playa a oscuras, intentando apaciguar su mente; aquel día había acallado a sus instintos... provocando que su conciencia gritase... Estúpido... ¿De verdad tenías que hacerlo?... Ya sabias lo que pasaría, ¿por que lo hiciste entonces?... Porque pensarlo sin decirlo no cambia el hecho de sentirlo, porque el iba de frente y con seguridad... recordó el frío aire sobre la arena, la hipnótica luz del faro sobre el cabo...

   Observó por la ventana y vio que estaba anocheciendo por lo que decidió salir a correr y dirigirse hacia el faro para verlo de cerca. Al fin y al cabo, tampoco tenía nada mejor que hacer, como siempre. Se preparó y bajó a la calle en dirección al paseo marítimo. Siguiéndolo pronto llegó al vistoso cambio de rasante a partir del cual todo el paseo había sido renovado y redecorado. Al poco se encontró con una estatua que ya había visto otras veces cuando había pasado por la zona. Dos niños jugando a saltar el potro, con el niño que salta orientado hacia el mar.
 

   No le gustaba especialmente aquella estatua pero la tenía como una mera curiosidad del paseo por lo que continuó con indiferencia... Correr conseguía distraerle un poco de sus propios pensamientos y relajarle... A lo lejos observó a una persona parada cerca de las palmeras y los bancos. Era algo a destacar ya que el paseo estaba desierto y apenas se había cruzado con nadie desde que salió.  Estando más cerca se sorprendió al ver que era una estatua metálica más, esta vez de una mujer con una niña en brazos, orientadas a la playa de nuevo.


   Curioso, pensaba que la de los niños era la única, uno de esos "monumentos" simples que ponen en todas las zonas renovadas... Al final aquello no había salido tan mal, de hecho había salido bien... Cuidado con ese señor... Bien, si claro, eso había salido bien pero después... Después todo se fue a la mierda.. ¿Aquello es otra estatua? Lo había arruinado todo, tenía tanto potencial... Si, es otra estatua, parece una pareja... Daba igual, al fin y al cabo había demostrado que aquello no merecía ni ser recordado... Llegó al final del paseo junta a aquella última estatua, una pareja de ancianos...


   Miró alrededor y se quitó las zapatillas para continuar corriendo por la playa hasta la cala del faro. Enseguida descubrió que no había sido tan buena idea, no era tan cómodo como pensó en un primer momento... en la orilla había un par de pescadores colocando sus cañas, le hacían gracia las puntas luminosas de estas...


   Se apartó un poco, solo le faltaba pisar un anzuelo... Efectivamente, lo de ir descalzo no fue buena idea, se le estaban haciendo polvo los tobillos... Finalmente llegó a la cala y se subió a las rocas para limpiarse de arena los pies con el agua, tras lo que se colocó las zapatillas, ya que caminar por la zona rocosa y los senderos sin ellas no sería muy agradable... Así llegó al final del cabo muy cerca del faro... pero estaba rodeado de casas y estaba muy oscuro ya como para ponerse a buscar senderos... Miró a su alrededor y vio una curiosa y alargada roca que nacía como un cuerno adentrándose en el mar. Era más bien suelo en lugar que una simple roca, pero estaba formada por una sola pieza... Se sentó allí mirando el mar... Seguramente es como un pequeño delta creado por los depósitos fluviales ya que nace por donde se nota que baja la riada de agua de la pequeña colina... Pronto se relajó allí sentado, descubriendo como el sonido del mar mataba sus pensamientos y hace que solo pueda tener una o  dos corrientes de pensamiento a la vez... lo cual le resultaba bastante tranquilizante. Era curioso, parece que las estatuas van representando a lo largo del recorrido del paseo la evolución del hombre, la niñez con sus juegos y despreocupación; la madurez con sus responsabilidades y finalmente la vejez con su nostalgia... Puede que la obra no fuese tan carente de significado como parecía... o que solo fuese una coincidencia no intencionada... Al cabo de un rato volvió en si, dandose cuenta de que llevaría como media hora allí en silencio sentado... Tampoco podía saberlo ya que no llevaba reloj...
   Al llegar de nuevo al paseo se acercó con curiosidad a la estatua para observarla más minuciosamente. Era la más detallada y la que más le gustaba de las tres, no sabía porque... la mujer agarrando un antiguo collar, el hombre colocando cariñosamente la mano sobre su hombro... la pequeña mochila colgada de su brazo con quien sabe que dentro, ¿una vieja cámara de fotos quizás?


   En ese momento se dispuso a continuar y mientras corría comenzó a imaginar la vida de esas personas... ¿Por qué estaban allí?... ¿Qué pensaban en ese preciso instante en el que han quedado congelados?... pero esos pensamientos se vieron interrumpidos por otro mas entretenido... la vida de esas estatuas, condenadas a mirar eternamente un mismo paisaje... pero, ¿siempre el mismo? en realidad es un bonito y tranquilo paisaje... y nunca es igual, las pequeñas dunas de la arena diferentes cada día... cambiadas por el viento y el arado de la limpieza nocturna... y el mar con las olas... las olas siempre cambiantes... siempre distintas, cada una única... como copos de nieve de espuma blanca.


   Así que, en realidad no era tan monótona y mala su condena ¿no?... Pero, no siempre era así... no siempre había paz, silencio, tranquilidad... solo el ruido el mar, solo las cambiantes olas y la arena en el paisaje, además de algún ocasional caminante, solo la salada fragancia marina. También habían épocas de estrés, de masas de gente rodeándolos a todas horas... los veraneantes bajando a la playa y volviendo de ella toda la mañana, la gente yendo a los restaurantes del paseo al mediodía... personas hacia la playa de nuevo por la tarde... las familias paseando temprano a la noche... los jóvenes que van a los botellones nocturnos en la arena por la noche hasta la madrugada... un flujo incesante y constante de personas pasando por todas partes, haciendo ruido e incluso ensuciándolos o maltratándolos. Pero tampoco era una mala época... durante dos meses salían de su, ya entonces, aburrida cambiante monotonía para tener miles de detalles que observar, para poder estudiar desde una posición privilegiada e insospechada el comportamiento de cuantos pasan a su lado cada día, nuevos sonidos y voces que escuchar, cientos de rostros, ropas... todo un nuevo mar, esta vez de personas, también único e irrepetible, siempre cambiante, siempre distinto, un mar social, repetición de comportamientos en un ordenado caos... Y, después, como disculpa por las molestias causadas, diez meses más en que la mayoría de los días apenas pasará junto a ellos una persona cada media hora... donde el único sonido incesante y constante será la ligera brisa y el oleaje... Amanecer, anochecer y vuelva a empezar, un bucle siempre igual... Testigos únicos de una lenta y a la vez rápida evolución que transforma el paisaje día a día, la vida día tras día... una evolución de la que solo se dan cuenta ellos; mientras al resto ni siquiera se les ocurre mirar de verdad a su alrededor y dejar de mirarse a ellos mismos... Observar con otros ojos, viendo con pena los buenos y alegres hechos diarios, enfocando con optimismo y alegría la triste y deprimente realidad.

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