jueves, 6 de octubre de 2011

Notas de clase: La muerte de un genio

   Hoy, ha muerto Steve Jobs... y también unos cuantos miles de personas más, la represión en Siria continua aumentando las cifras de muertos, EEUU coloca "escudos antimisiles" mientras los Rusos se quejan y los buitres continuan royendo los huesos de la saqueada Grecia sin quitar sus ansiosos ojos de la famélica España. Pero nada de esto es importante, la noticia es que ha muerto Steve Jobs. Aquel tipo que demostró poder crear una de las más grandes empresas del mundo tan solo a base de vender productos "más o menos" buenos a tres veces el precio de sus competidores directos. El gran genio que mostró al mundo como una buena imagen de marca vale mucho más que lo que realmente ofrezcas. Lo importante es la presentación y el bombo, no el producto ofertado.

   Lo peor es comprobar como no importan que estallen guerras, se aprueben medidas económicas abusivas o los mercados se desplomen de nuevo. Todo eso apenas conseguirá que una indiferente minoría, con suerte, haga un breve e ignorante comentario durante el café. En cambio, muere un "gran personaje" (uno además con los días contados) y, como ya ocurrió con Amy, su muerte se convierte en la noticia más comentada y conocida en todo el mundo en menos de dos horas, provocando que fluyan interminables rios de halagos hacia su persona y talento.

   Aunque a mí, lo que realmente me extraña es que esta mente preclara no utilizase su último suspiro para presentar un nuevo y revolucionario producto, el i-Die. El morbo y la estupidez harían que los borregos arrasaran las tiendas. Hubiese sido todo un gran logro brillante a la altura de este genio. Pero quizás estoy adelantando acontecimientos, al fin y al cabo, si es cierto que Apple piensa continuar el camino que les marcó este gran hombre, seguro que aprovechan el tirón publicitario para sacar alguna "nueva y revolucionaria" versión "homenaje" de alguno de sus productos. Una versión que será prontamente comprada por sus acólitos y seis meses después aparcada en un cajón en favor de la siguiente con 1 Megapixel más de definición.

jueves, 29 de septiembre de 2011

Notas de clase

   Los minutos pasan lentamente, casi como si el tiempo se hubiese parado ante una lección insípida, un tema repetido una vez más, un curso más, en otra asignatura más; frutos todos ellos, de un plan de estudios deficiente y un sistema educativo basado en la producción en masa de mano de obra cualificada, un sistema desfasado concebido durante la revolución industrial.

   Una vez más mirando al vacío como los inmortales de Borges, aquellos hombres que terminaron en el desierto, apenas alimentándose de carne de serpiente; habiéndolo vivido todo y comprendiendo que, ante un número ilimitado de años todo hombre termina siendo igual, todos han vivido la gloria de la victoria y el fracaso de la derrota, han aprendido, enseñado y olvidado. 

   Y así sigo esperando que la lección termine, solo para comenzar otra clase que tal vez, y solo tal vez, traiga algo nuevo que despierte el interés y calme la sed de aprendizaje del ser creativo; algo que de una forma u otra, terminará siendo, como todo en su final, una rutina repetitiva y anodina, sin nada nuevo que ofrecer.
 

domingo, 19 de junio de 2011

Reflexiones en una mañana gris: Un mes de 15M

   Cuantos me conocen bien (pocos) saben del escaso aprecio que tengo a este país, especialmente a sus gentes. La España de la pandereta, de la juventud alcohólica, la ancianidad facha, la del currela tan jodido y ciego que solo mira por su escasísimo tiempo de ocio, la aletargada, obediente y futbolera. Pero hace poco más de un mes retome por primera vez la ilusión en ella. La gente por fin dejó de esperar y quejarse por lo bajo y salió a la calle a pedir el cambio, a pedir dejar de ser mangoneada por quienes se suponían ser sus representantes. 

   Desde el primer momento seguí de cerca el movimiento. Las manifestaciones del 15M y esa tímida primera acampada en sol desalojada (y retomada al día siguiente con mucha más fuerza). Pronto (después de ser ignorado y tras ello restado importancia) los medios comenzaron a cubrir las acampadas, y más y más gente unirse a ellas. Y yo comencé a sentirme por primera vez orgulloso de los españoles. Por fin se dejaban de lado las diferencias y se alzaba la voz de forma conjunta, unida.

Acampada Madrid Plaza del Sol
   Las imágenes de sol y otras plazas abarrotadas y de todo tipo de gente colaborando y hablando tranquilamente eran grandiosas. La derecha, tras un tímido intento de uso como arma arrojadiza contra el PSOE, vio que nada podía hacer allí para ganarse a esas personas y pasó a ignorarlas; mientras que su maquinaria mediática manipulaba, mentía y tergiversaba de mil maneras distintas, en un desesperado intento de mantener a su adoctrinado rebaño alejado de tan dañinas (para ellos) ideas.

"Información" de Intereconomía
   Al mismo tiempo, los políticos (PP y PSOE principalmente) y aquellos afines a ellos se hacían el tonto preguntando "Vale, pero ¿qué es lo que queréis?" y el ciudadano medio ajeno a lo que ocurría caía en su trampa y repetía "Es cierto, ¿qué proponéis?" pese a que sus consignas y pancartas gritaban los problemas que se venían sufriendo años ya. Así, se le pedía a una masa anónima, heterogénea y unida de forma cuasi-espontánea que expusiese las medidas y soluciones que los supuestos profesionales del ámbito no podían, o no habían querido dar. Y empezaron a surgir los problemas, agudizados por aquellos contrarios a esta "r-evolución". 

    Obviamente las proposiciones no gustaron a todos, era imposible que así fuese. El no marcar objetivos concretos era un problema y el hacerlo también, la falta de portavoces era un impedimento a la hora de dar comunicados, el que los hubiese una forma de que se "ideologizase" el movimiento, corriendo a tomar letra por letra sus palabras y relacionarlos con un partido u otro. Y en esos mismos momentos llegaron las elecciones autonómicas y municipales... y el PP arrasó en unas municipales prefacio de las generales del año siguiente.

Partido más votado por provincias 2011

   Aquí fue donde mi ánimo y mi ilusión comenzaron a decaer. No esperaba ni muchísimo menos una notable diferencia respecto a otras votaciones gracias a las acampadas, eran las municipales y en estas, especialmente en pueblos y ciudades pequeñas, la gente vota al que creen es el mejor alcalde, sin importar sus colores. Pero esto no fue lo que ocurrió. La mayoría de la población hizo un voto partidista como si de las generales se tratase (lo cual sea dicho de paso, es como la mayoría de partidos habían tratado estas elecciones) y no solo eso, sino que los gráficos demostraban que pocos habían aprendido, escuchado... o mejor dicho, pocos habían sido consecuentes con lo que decían y pensaban. El mapa casi totalmente azul mostraba de nuevo a ese pueblo aletargado que castigaba a unos apoyando a otros, el voto del menos malo y no del "mejor", el "Es cierto, pero que se le va a hacer". Al día siguiente hablando con mis compañeros constaté lo evidente. La gente es gilipollas, España tiene los políticos que merece.

   Desde esa primera semana hasta estos días las acampadas han ido siendo levantadas poco a poco. Los políticos han continuado haciendo oídos sordos, apenas saliendo de sus labios un hipócrita "Es verdad, tenéis razón, estamos con vosotros" seguido de "Pero no seáis malos eh". Parece que tanto esfuerzo no ha servido para nada, pero or suerte todo no ha quedado ahí, y las movilizaciones continúan con manifestaciones esporádicas en todas las ciudades.

   Son estas concentraciones la comidilla de políticos y medios estos días. Se debate sobre violentos o no, la legitimidad de las cargas policiales o la legalidad de las concentraciones. Pero son precisamente las imágenes de estas concentraciones las que, trás las quejas ignoradas, las rencillas estúpidas y las masas observando al que señala en vez de al señalado, me han hecho perder por completo ese orgullo y esperanza. Y es que solo puedo sentir asco, asco y desagrado al ver a decenas de personas alternar entre consignas tan loables como "Estas son nuestras armas" levantando las manos; con "Hijos de puta" o "Policía torturadores asesinos". Tanto asco al ver a decenas de personas insultando de esa manera a quienes solo están allí por su trabajo, como al ver a un miembro de las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado escupiendo con prepotencia improperios y amenazas sobre ciudadanos de ideologías de izquierdas.

   La violencia también puede ser verbal, y esta puede enardecer y provocar tanto como la física. No te puedes calificar de pacífico, mientras insultas e increpas a un cordón policial que no ha hecho nada a nadie y solo está allí para evitar posibles agresiones o problemas. Desde los primeros días del 15M se ha observado a la policía con reticencia y han habido "roces" con ella; algo normal si tenemos en cuenta lo evidente, que es que los cuerpos y fuerzas de seguridad están formados en su mayoría por personas de derechas que guardan poca simpatía a la izquierda y que entre sus filas hay ciertos elementos con bastante facilidad y gusto por la violencia. Desde esos primeros días algunos se han preguntado porque estos no se unían al movimiento, puesto que también son ciudadanos y han sido igualmente vilipendiados; pero en lugar de un acercamiento no se ha hecho sino darles a los más extremistras los que deseaban y esperaban.

    Increpando, insultando y escupiendo desprecio sin consideración, los de uno y otro lado se ponen a la misma altura y merecen el mismo respeto y consideración, ninguno. Y mientras unos y otros discuten enfervorizadamente los de siempre siguen en su sitio, tranquilos y riendo ante su espectáculo de marionetas. "Lo dice el refrán, divide y vencerás"

   Y así es como en España solo habrán (hay) dos clases de personas que merezcan la pena: quienes están deseando salir de ella y quienes se resisten a esa idea pero no pueden más que negar silenciosos y desesperanzados ante lo que ven. Curiosamente suelen ser estos los que mayor potencial tienen, aquellos que podrían sacar al país del pozo y elevarlo... desgraciadamente también suelen ser los más denostados e ignorados, ya que el que no entra en ningún saco, es despreciado por quienes no quieren salir de ellos.

lunes, 13 de junio de 2011

Rara avis




   El cazador vivía aislado en medio de la selva. A pesar de esta solitaria existencia él era feliz, pues tenía cuanto deseaba... por supuesto esto es una forma de hablar ya que cualquier extra siempre es bienvenido, pero se encontraba satisfecho con su existencia y  no codiciaba con especial anhelo nada más. Pero este statu quo no le impedía continuar mejorando, con la vista puesta en futuras metas que le podrían hacer aún más completo y pasar su días con mayor ligereza.
   
   El problema radicaba en que en sus horas más bajas siempre aparecía de forma recurrente la perseguida captura de su pieza maestra, su "ballena blanca". Cuando paseaba por la selva solía ir tranquilo pero alerta, observante... no por los depredadores, a los que no temía; sino en busca de una huella, de un fugaz avistamiento de aquel maravilloso espécimen que, a veces, creía que solo existía en su imaginación. Conocía y entendía demasiado bien aquella enorme fauna que le rodeaba y por ello, aunque a veces solía acercarse a ciertos seres de su predilección como entretenimiento, pronto se aburría y hastiaba de ella.

   A veces creía haber encontrado ese ansiado ejemplar, poseedor de tan soñadas cualidades; aquel ante el que sentirse maravillado y orgulloso. En esos momentos, con una mezcla de reticencia y desconfianza, junto con autosugestión; comenzaba su observación y acercamiento, con la ilusión de poder haber llegado al fin el deseado día. Pero pronto llegaba la triste decepción al comprobar que pese a mucho que lo desease, aquel solo era un ejemplar común al que su propia nostalgia engrandeció o una especie imitadora pretendiendo ser lo que podría haber sido, pero que por su propia naturaleza nunca podría ser.

   También se planteaba si es que carecía de las herramientas adecuadas para conseguir tan ambicionada criatura... La intuición comenzaba a decirle que puede que aquello que había tomado como rasgo excluyente fuese un rasgo innato a la extraña y escasa especie que perseguía. Tanta virtud tenía que traer algún defecto con ella... Pero trataba de negárselo, puesto que en ese caso estaría condenado a terminar sus solitarios días sin conseguir a su último fin. Todo o nada, no se conformaba con inconsistentes medias tintas.

   Y es que el cazador, pese a su denominación, no lo era en absoluto. No tenía interés en la matanza, solo en la observación y el aprendizaje y su interés último para con su ansiada presa no era la captura, sino la domesticación, puesto que no pretendía un trofeo, sino un acompañante de por vida.

   Así continuaba el cazador sus días, pacientemente esperando, buscando, aprendiendo, amanecer tras amanecer.

sábado, 26 de marzo de 2011

Pasos insomnes: Monte, mar y urbe, Alicante

   Romero, salítre y tubos de escape.




   Aire fresco y olor a campo entre los edificios. Y es que la cabra tira pal monte.


   Galería completa.


   (Subido a Flickr para no sobrecargar blogger, eran demasiadas, simplemente pinchar en el link e ir pulsando siguiente :-))

domingo, 20 de marzo de 2011

¿No a la guerra?

Para tratar el tema hoy, contamos con la participación del ilustrísimo licenciado en Psicología el Sr. Pablo Carreño (@Olvapb612).

Jasón:
   Bueno, para empezar, cual es tu opinión sobre las guerras/conflictos bélicos (esto último suena muy poético como “intervención militar” o “incursión aérea”)

Pablo:
   Creo que son una solución de compromiso. Que la vía de la violencia es la forma fácil de hacer callar las ideas del otro, que se oponen o bien al orden establecido o bien a la posibilidad de cambio. No estoy de acuerdo con el uso de la violencia, por principios. Siempre a negociar. Como todas las cosas de esta vida supongo.

Jasón:
   Eso es un no a la guerra ¿no?

Pablo:
   A ver por definición, me tendría que posicionar en contra de cualquier conflicto bélico. Considero que la resolución de un conflicto de cualquier tipo no tiene por qué derivar en algo violento. No creo que la oposición de dos ideas tenga que pasar por la muerte de población. Creo que defender una postura puede hacerse en otros foros, con otras reglas. Matizaría pues lo de estar en contra de cualquier guerra, por definición sí, pero una vez que el conflicto se ha producido y las partes han entrado en guerra redirecciono mi posición, dependiendo de qué estemos hablando.

Jasón dice:
   No puedo estar de acuerdo contigo, a mi ver las guerras, dada nuestra situación actual (como sociedad y especie), son totalmente necesarias.
   El ser humano es mezquino, egoísta, codicioso y rencoroso, es una reminiscencia evolutiva para sobrevivir por encima de tus iguales, la bondad es una invención de la sociedad organizada. Actualmente todos los países tienen una cantidad ingente de armas acumuladas para "defenderse", como “argumento disuasorio” ante un posible ataque. La cantidad de bombas nucleares es enorme (especialmente las estadounidenses y rusas, pero hay muchos países poniéndose al día como la India o Irán). Eso sin contar con una buena cantidad de idiotas necesitados de violencia y medio locos en todas las sociedades, pero eso es otro tema.

   Los conflictos nacionales e internacionales podrían resolverse por medio del dialogo, pero eso haría que una de las dos partes quedase descontenta si no las dos... Esa resolución sería caldo de cultivo entre las masas, exacerbando un odio semi-irracional generación tras generación hasta que este explotase de una forma mucho más fuerte y violenta que el problema inicial.

   En este mundo de intereses y superpotencias mundiales, rápidamente se crearían alianzas entre los "colegas" ya existentes, haciendo que finalmente estallase un conflicto global mucho más grave que una pequeña guerra particular. Un conflicto global que posiblemente nos llevase al exterminio de la especie y la casi destrucción del planeta.

Pablo:
   Me reitero en la opinión de que la guerra no es más que una solución de compromiso. Pensar que es intrínseco del ser humano el ser mezquino rencoroso y avaricioso es una posición bastante pesimista sobre la realidad de las personas. Si bien es cierto que la competitividad como tal si podría ser intrínseca del ser humano, el problema es que las reglas del juego han determinado que el pisar al otro para alcanzar los objetivos es lo natural. La violencia es utilizada así para acallar las voces de los otros.

   No creo que la situación se alivie por el hecho de destensionar de vez en cuando con pequeños conflictos la situación global. Considero que los acuerdos internacionales podrían ser posibles haciendo que la gente ceda, inculcando eso a la sociedad supuestamente avanzada del S.XXI. Lo que pasa es que es más fácil recurrir a la posibilidad de matar para acallar al otro, sin pasar por un proceso de negociación previo.

   Tu ves la guerra como la válvula de la olla que deja escapar la presión para que no estalle el interior, yo sin embargo considero que la guerra lo único que hace es fomentar ese odio entre sujetos de una sociedad. En el momento que uno vence y el otro pierde, haces que los que pierden se tomen la venganza, en algún momento lo cual no hace más que empeorar la situación.

Jasón:
   Bueno, vayamos por puntos:
   -El que es intrínseco al ser humano el ser mezquino y rencoroso no es una opinión es un hecho. Es un mecanismo de supervivencia profundamente arraigado en nuestro cerebro de reptil. Un león royendo un hueso no permitirá que se acerque el resto de la manada a alimentarse también, solo si es una presa grande y está saciado puede que permita que los demás se alimenten, el ser humano actúa de la misma forma solo que conseguimos acallar esos instintos gracias a nuestros valores morales desarrollados por nuestro cerebro más avanzado y nuestra educación, pero no podemos omitir ese instinto (unos más, otros menos).

   -En cuanto a acallar la voz de otro con violencia... si pero no. Es lo que ocurre a primera vista, pero no es lo que yo pretendo hacer hincapié. De manera basta podemos decir que una guerra es una buena forma de solucionar el conflicto, eliminada una de las partes, eliminado el conflicto; muerto el perro se acabó la rabia. Pero, evidentemente nunca se da el exterminio total de una de las partes y menos en estos tiempos. El conflicto en si mismo, su horror, su sufrimiento, es lo que permite que ambas partes (siempre desde el punto de vista de las masas, del pueblo, que son lo realmente importante pues pueden hacer que el conflicto reviva en un futuro) terminen deseando que la disputa acabe. Se llega un punto, en el que a la gente no le importa el problema inicial, solo quieren que acabe esa guerra, y por lo tanto, gane quien gane, el bando perdedor asimilará las consecuencias, siempre que no sean tremendamente excesivas (e incluso en ese caso). 

   Un buen ejemplo de esto podría ser la guerra civil española y su final, la inmensa mayoría de la gente al terminar la guerra no quería hablar de posiciones políticas, simplemente vivir su vida lo mejor posible.
En cambio en una solución negociada y pacífica lo importante es “ceder” como bien dices, y nadie quiere ceder. Lo más normal es que una de las dos partes quede insatisfecha, o ambas lo hagan. Dando lugar a que entre las masas de una posición u otra, vaya creciendo poco a poco un odio y rencor mayor del inicial.

   Esto se puede ver por ejemplo con la abusiva resolución que se le impuso a Alemania tras al final de la primera guerra mundial, culpándola de todo el conflicto a ella... La guerra sirvió para que "no se volviese" a discutir sobre las colonias en África. Pero en cambio creó un rencor, ira e impotencia que provocó el estallido de la segunda guerra mundial y que la gente permitiese a hacer a Hitler lo que hizo de forma impune e incluso con apoyo.

   Por lo tanto, una "pequeña" guerra, hastía a la gente de horror, les hace ver que el problema era banal frente a la realidad y que deben dejarlo de lado pase lo que pase. Otro buen ejemplo de los "beneficios" de las pequeñas guerras, serían los distintos campos de batalla entre EEUU y la URSS durante la guerra fría. Sin guerras como la de Vietnam la tensión habría crecido de forma mucho más rápida y estallando un conflicto global simultáneo mucho más grave.

   Es decir, más que como una forma de que la olla libera algo de presión, es una forma de quitar la olla del fuego.

Pablo:
   Parto de una teoría en la que el ser humano ha perdido todo eso conocido en el mundo de los animales como instinto. El ser humano nace inscrito en el lenguaje, lo que le da la oportunidad de establecer un orden y unas reglas basadas en algo más que en el hambre o la sed. Desde la teoría psicoanalítica, los instintos pasan a ser pulsiones. Digamos que las pulsiones, mediadas por el lenguaje, calman o aminoran la necesidad de la persona de obtener aquello que quiere, cuando lo quiere (algo parecido a lo que haría un animal). Es por esto, pese a mantener estructuras cerebrales que coinciden evolutivamente con la del resto de animales, el ser humano marca aquí la diferencia. El lenguaje rico y articulado que le permite llegar a la cumbre de la cima evolutiva, digamos.

   No estoy de acuerdo tampoco en con que las guerras sirven para que la gente se de cuenta de que la idea inicial por la que se inicia el conflicto sea una tontería. Puede hacerse la lectura contraria, y es que una vez que le persona ha entrado en guerra, se afianzan aun más las posturas de cada bando, que ahora ya sí son inamovibles.

Jasón:
   Si, por supuesto, eso ocurre en un principio, pero conforme el conflicto avanza, esas convicciones comienzan a flaquear entre las masas.

Pablo:
   Cualquier guerra deja una herida abierta transgeneracional, haciendo que la repercusión de esta sobreviva pese a que se hayan enterrado a sus muertos. Respecto a los motivos de la segunda guerra mundial, se produce un clamoroso escarnio contra Alemania, y es ahí con la flaqueza que proporciona el hambre y la desigualdad cuando una ideología concreta aprovecha la debilidad de la masa para implantar una idea a la población.

Jasón:
  Como decía, consecuencias de una resolución abusiva componiendo a Alemania como única culpable de todo el conflicto. En cambio, ahora mismo no hay ningún rencor hacia/por los alemanes en el resto de países, lo cual sería una buena prueba de hasta que punto llegó la segunda guerra mundial a "hartar" a la población de esa lucha estúpida.

   Sobre los instintos, insisto en lo mismo, es cierto que el lenguaje y la educación social actual del ser humano reduce en gran medida el impacto de los instintos en nuestra vida, pero principalmente la codicia y el egoísmo siguen pudiéndose ver en pequeños actos cotidianos o en sentimientos muy extendidos muy comunes como la envidia al ver que tu vecino o compañero cobra mas que tu haciendo lo mismo. No te alegras por su suerte, sino que lo maldices y criticas por ella (un buen ejemplo en España sería el “reciente” conflicto de los controladores y el argumento principal de “es que cobran mucho”).

   La guerra es algo horrible desde luego, pero dado el carácter innegable del ser humano y la situación actual de la especie en cuanto a depósitos armamentísticos acumulados (principalmente de armas de destrucción masiva) creo que los pequeños "conflictos bélicos" son absolutamente necesarios si no queremos volver a la edad de piedra con un 5% de la población sobreviviendo a duras penas y medio planeta destruido y en invierno nuclear.

   Si esas armas no existiesen, estaría de acuerdo en el diálogo, pero desde que cualquier psicópata puede exacerbar el odio subyacente del pueblo hacia un determinado colectivo o país, para llegar al poder y tomar decisiones de guerra abierta con el apoyo de las masas... prefiero 100 pequeñas guerras, que una tercera guerra mundial con armas actuales de por medio.

Guerra si, armas no, podría ser mi posición simplificada.

   Por cierto, como puntilla incendiaria, decir que una guerra civil contra el régimen "comunista" en China no les iría mal. Sería una "buena" forma de controlar el insostenible crecimiento poblacional en este país y de derrocar a un dictador. Algo así como el frente ruso de la 2GM, más gente que balas.

   Bueno, sentadas estas bases pasemos al tema actual en particular:

   Intervención armada en Libia ¿si o no?

Pablo:
   No sé, y te explico por qué no sé.

   La situación en Libia es de conflicto entre iguales. Con esto quiero decir, una parte de la población se encara a la situación actual del país y decide acabar con el régimen totalitario que la regía hasta el momento. Bueno, se responde a este levantamiento con una persecución de todos los alzados, propiciando así el principio de una guerra civil.
   Hasta aquí la parte descriptiva del asunto. A partir de ahí, se produce una crisis global por culpa de la presencia de las grandes multinacionales del petróleo en el país, lo que despierta el interés de el resto del mundo. De forma paralela, comienza una matanza por parte del régimen de Gadafi, lo que hace que también la prensa internacional se haga eco de la situación. Naciones Unidas le da un ultimátum a Gadafi y este declara un alto al fuego no llevado a cabo. Lo que lleva a la OTAN a intervenir.

   Bien, ahora podríamos tener dos razones para llevar la intervención a cabo, una, la de intentar que Gadafi no masacre a su pueblo aprovechándose de la gran cantidad de armas disponibles, y otra la de asegurarse que el petróleo queda a salvo y con él la economía del resto del mundo.
   Los países que han mandado militares al terreno, dicen que no intervendrán para derrocar al dictador (cosa que ya supone una diferencia con la anterior guerra que vivimos que fue la de Irak). Lo que no termino de entender es el porqué si no queremos derrocar a la persona que masacra al pueblo libio, mandamos militares para controlar el espacio aéreo del país. Por esto dudo de las intenciones de los países miembros de la OTAN y la necesidad real de participar en esta guerra

Jasón:
   A mí personalmente, me parece que los que entonan el "no a la guerra" son una panda de hippies come flores sin sentido común.

(¿Se han ido ya todos echando espuma por la boca? Ok, entonces continúo exponiendo argumentos.)

   Es evidente que la intervención internacional es necesaria en el conflicto, y más cuando la parte a derrocar no está usando a "una parte del pueblo a su favor" como suele ser común en guerras civiles, sino que está usando principalmente mercenarios y armas proporcionadas por otros países amigables al régimen de Gadafi. Esto hace que más que una guerra civil, sea una masacre a los opositores.
   Pero igual que estoy de acuerdo con la intervención con lo que no lo estoy es con el tratamiento que se está dando de la misma. Lo primero es que se ha tardado mucho en actuar y mostrar una posición firme en contra del líder libio. Se ha tratado con excesiva cautela, como esperando a ver qué pasaba, si la gente se cansaba... que solo faltaba que Gadafi retuviese el poder y nosotros hubiésemos dicho que es un hombre malo malísimo, a ver si iba a dejar de darnos petróleo y la hemos cagado. Ni me parece correcto eso, ni el futuro tratamiento que se le va a dar, en el cual estoy seguro, la OTAN y sus participantes van a quedar como los héroes, los que han venido a liberar al pueblo Libio de la opresión (cuando ha sido el propio pueblo el que se ha levantado). Eso sin contar con que muy posiblemente se meta mano al terminar y en el gobierno "democrático" que llegue al poder. Aparte de que lo que se debería de hacer es apoyar a los rebeldes y ayudarles, y no ir con las fragatas, tanques y cazas por libre cargándose objetivos...

Pablo:
   Estoy de acuerdo con lo que dices, y es por esto por lo que dudo no tanto de lo necesario de la intervención sino de los motivos de la misma.

Jasón:
   Damos por finalizado el debate pues. Un placer haberle tenido aquí señor Pablo Parreño.

Pablo:
   Igualmente, ha sido un placer para mi el poder acudir a este foro y debatir un tema de actualidad como este.

No duden en comentar su opinión sobre el tema. También estoy abierto a insultos y/o amenazas de muerte en los comentarios siempre que estén escritas con una ortografía correcta, gracias.

domingo, 13 de marzo de 2011

Cuervos

 
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